miércoles, 17 de junio de 2009

Echarte en falta

Cuando le dije que te echo en falta, se echó a reír. No fue una risa malvada, sino todo lo contrario; fue una risa sincera, agradable, una risa inocente. Era más bien como un "¡Anda, qué curioso!" o un "¡No me lo puedo creer!". Sus carcajadas carecían de mal, tan sólo fue un signo de sorpresa.

El hecho de echarte de menos es una sorpresa para el mundo y un suplicio para mí. Sorpresa por la situación en la que estás, en la que estamos. Suplicio por dos motivos. En primer lugar, quiero estar contigo en cada instante y cada segundo que vivo sin saber nada, sin noticias tuyas, se vuelve realmente angustiante. En segundo lugar, echarte de menos implica querer verte y -aunque sí, quiero verte- esto implica, a su vez, tener que esconderme o arriesgarme a que me encuentren.

...y me pregunto por qué he de esconderme... y me pregunto por qué me arriesgo a que me encuentren.

1 comentario:

  1. Por que plasmas el amor escrito. y vives la ternura de tus versos..

    precioso siempre leerte

    Saludos fraternos con el cariño de siempre

    besos muchos
    un abrazo muy grande

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