sábado, 17 de abril de 2010

Le había localizado. Desde el primer momento de la noche, ya sabía cuáles eran sus intenciones: pretendía embarullarme, enredarme, desconcertarme mediante halagos y alabanzas. Su mirada de azufre me seguía en la oscuridad, sus palabras de anhelo resultaron vacías y sin sentido.

Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad; vino uno del segundo grupo diciéndome -diciéndonos- aquéllo que ya sabía -sabíamos-, me aseguró que era cierto lo que decía.

Vuelan las palabras chocándose contra las paredes del espacio reducido. Sí, sí, yo no sé nada pero lo sé todo...




...porque pretendo lucrarme con tus simplezas...

sábado, 10 de abril de 2010

Sábado /s

Siento tus ojos en mis palabras, tu mirada en mis letras, tu aliento en la pantalla mientras suspiras, mientras respiras. Puedo notar tu sonrisa -a través de tus dedos- traspasando la superfície de las teclas que conmigo no utilizas. Vuelves loco mi ordenador que se pierde en busca de una pista: la rastrea pero de tanto en tanto cambia de rumbo volviendo al mismo inicio de cada día.

Cabe la posibilidad que te conozca pero es más probable que jamás nos hayamos encontrado. Ojalá que de ningún modo faltes a nuestra cita de las diez y media...



...aunque yo nunca aparezca.

jueves, 8 de abril de 2010

Entre tanto es otra cosa

Si pudiera multiplicarme me daría un beso, me pediría matrimonio y me casaría conmigo. Es poco el tiempo que paso con mis pensamientos pero demasiado el que paso con mis demonios.

Busquemos un recodo de luz entre tanto disparate y pensemos en otra cosa, démosle la vuelta al asunto y creamos en una historia distinta a la inicial -que tiene cientos de puntos en común y tantos matices que termina siendo nada-. Olvidemos los pretextos y todas las opciones que se nos presenten: muy pronto hoy será mañana y mañana será hoy.

miércoles, 7 de abril de 2010

Estuvo

Fue verle aparecer después de tanto tiempo y desear que desapareciera en ese mismo instante, que se desvaneciera en sólo un parpadeo, que su imagen no fuera cierta; tan sólo una vana ilusión de mi pensamiento. Quise creer que la cordura me abandonó totalmente, me convencí por un segundo que mis ojos me engañaban, que no estaba ahí y que nunca estuvo... pero no.

Estar, estaba. Estar, estabas. Corroboró su presencia con palabras vacías, risa nerviosa, sonrisa fría. Mis palabras fueron inertes, adiós y ya no estaba.