Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad; vino uno del segundo grupo diciéndome -diciéndonos- aquéllo que ya sabía -sabíamos-, me aseguró que era cierto lo que decía.
Vuelan las palabras chocándose contra las paredes del espacio reducido. Sí, sí, yo no sé nada pero lo sé todo...
...porque pretendo lucrarme con tus simplezas...