El lápiz de ojos en la mano, dos lágrimas resbalando por mis mejillas. Se me corre el rímel mientras siento que lo único que hago es perder el tiempo.
El azul de mis ojos es lo único real que hay en mí; el resto no es más que una máscara de maquillaje y una humareda de laca que envuelven mi persona. Tan sólo hay unas gotas de color para teñir la tristeza y una desazón... que no me deja vivir.