viernes, 14 de marzo de 2008

La existencia

¿Existe una realidad incuestionable sobre nuestra existencia? ¿Sí? ¿No? Parece ser que sí. “Pienso, luego existo”, dijo Descartes al dudar sobre todo lo que conocemos. Estaba más que seguro que esta verdad era más fuerte que todas las demás y, ciertamente, no le faltaba razón. Si piensas, existes. Aunque también si ríes o lloras, existes; si hablas, existes y si ves… ¿si ves existes? ¿Nuestros sentidos son fiables? No, aunque no nos queda otra que fiarnos de ellos ya que es lo único que tenemos. Entonces, volveríamos al “pienso, luego existo” de Descartes pero, ¿no podría ser que la vida fuese un sueño? Si fuese así, no estaríamos pensando, estaríamos soñando. ¿Puede ser que estuviésemos pensando en sueños? Poder puede pero no lo sabemos con seguridad. Cuando dormimos y soñamos, nuestros sueños parecen tan reales que no nos damos cuenta que no lo son hasta que no estamos despiertos. Otra idea algo disparatada es que nosotros podríamos ser personajes de una novela, no pensamos: echamos la información que nuestro “creador” (el escritor) nos ha dado y que nos ha “ordenado” que hagamos. ¿Entonces qué? ¿Existimos?

Avancemos y pensemos que sí: es cierto que existimos porque “el pienso, luego existo” resuelve todas las preguntas anteriores. Pero, ¿sabemos que los demás existen? Cuando hablamos con una persona, ¿es cierto o es producto de nuestra imaginación? Si es lo segundo… ¿de qué estamos seguros? Si no estamos seguros ni de la existencia de los demás, ¿qué hacemos en este mundo? Yo pienso, luego existo pero, ¿tú piensas? Seguramente tu respuesta será afirmativa aunque yo, de todas maneras, no tendría seguridad sobre tu existencia porque yo no soy tú y, por lo tanto, no lo puedo comprobar.


A todo esto, podemos demostrar que quizá tenemos pocos medios para saber sobre la existencia de las cosas o de la nuestra propia. Tenemos los sentidos, que no son fiables ya que estos engañan. También tenemos nuestra mente, la razón, el “pienso, luego existo” de Descartes, que si no resuelve muchas de las preguntas anteriores, al menos, sabemos individualmente de nuestra existencia.

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