Quién me iba a decir que escribiría tu nombre con tan poca precisión que olvidé poner la u tras la q, que lo escribiría una segunda y una tercera vez y no pudiera realizarlo correctamente hasta la cuarta.
Me desequilibras, tú y tu nombre aunque no sabes qué ilusión me hace verlo escrito en la puerta, visionarlo cada vez que la abro y cierro y saber que está hecho por mi puño y letra.
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