sábado, 17 de abril de 2010

Le había localizado. Desde el primer momento de la noche, ya sabía cuáles eran sus intenciones: pretendía embarullarme, enredarme, desconcertarme mediante halagos y alabanzas. Su mirada de azufre me seguía en la oscuridad, sus palabras de anhelo resultaron vacías y sin sentido.

Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad; vino uno del segundo grupo diciéndome -diciéndonos- aquéllo que ya sabía -sabíamos-, me aseguró que era cierto lo que decía.

Vuelan las palabras chocándose contra las paredes del espacio reducido. Sí, sí, yo no sé nada pero lo sé todo...




...porque pretendo lucrarme con tus simplezas...

2 comentarios:

  1. Siempre bonitos tus escritos...

    Sólo pasaba a saludarte
    Y dejarte mi abrazo.
    Dani..

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  2. acabar con el sin sentido de las palabras

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