El pánico 
se adueña de nuestros corazones 
en este extraño dos de enero. 
Correr 
es nuestra única prioridad. 
Correr 
sin más. 
Correr 
sin mirar atrás. 
Pregunto qué sucede 
y tan sólo hallo como respuesta 
decenas de miradas aterradas. 
Gritar 
para que nos oigan. 
Gritar
sin más. 
Gritar 
sin mirar atrás.
Un muro se alza 
frente a nosotros
-cual gigante enfurecido- 
pero no existe obstáculo 
que nos detenga 
en este mar embravecido. 
Saltar 
al vacío. 
Saltar 
sin más. 
Saltar 
sin mirar atrás. 
Ecos de historias sin sentido 
-ecos de balas, ecos de tiros- 
llegan a nuestros oídos. 
Llamar 
a nuestros seres queridos. 
Llamar 
sin más. 
Llamar 
sin mirar atrás. 
Volver con cierta calma 
al aclarar lo sucedido, 
volver a casa, 
volver al nido. 
Volver 
-tan sólo volver- 
y olvidar lo que hemos vivido.
 
Vivir con prisas sin ni siquiera saber el porqué de la prisa...
ResponderEliminarLa vorágine de la vida...
ResponderEliminarIntensas tus letras, beso