Hablabas por hablar; liabas, embarullabas, confundías, embrollabas, provocabas, discutías. Yo no sabía qué hacer para salir del paso, no sabía si mentirte o mentirme a mí misma. Me parece que no hace falta decir que opté por la segunda opción, pues -aunque tú sí que lo hiciste- yo ni fui ni hubiera sido capaz de mentirte jamás. (Lo que dije lo sentía realmente. Era algo tan fuerte, tan potente, tan cálido, tan mío y tan tuyo que me costó demasiado deshacerme de ello. No pude quitármelo de un plumazo -tal y como tú hiciste-, ni siquiera sé si ahora puedo recordar sin que duela.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario