"Un yo también hubiera bastado como respuesta a mi sincero comentario", pensé, convencida de que estaría toda la noche esperando que tus palabras brotasen y saltasen por la inusual superfície que tanto idealizamos. Creí que ningún vocablo saldría de ti, que todo quedaría en el más absurdo silencio, que mis palabras serían el eco de mi voz en el vacío. Pensaba que ya no, que ya no y punto.
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