viernes, 22 de agosto de 2008

Tormenta de verano

Cae la noche. La penumbra se adueña de ese lugar y de la vida incomprendida. Algunas almas pululan por el espacio vacío que dejan los cuerpos inexistentes, los que ya no están o los que nunca caminaron por allí.

Un pequeño y agradable escalofrío recorre mi cuerpo en tan sólo un segundo. Respiro... y me quedo muy quieta sintiendo cómo las gotas de agua azotan suavemente los cristales. Algunas de ellas pretenden colarse y entrar para hacerme compañía, formar parte de mí o tan sólo salpicarme sin más.
Oigo voces que vienen de lejos; intentan alcanzarme pero me asustan y me marcho. Cuanto más avanzo, menos las oigo: se confunden con las gotas de lluvia.

Pero sigo aquí... y allí... viendo destellos de luz incontrolables, percibiendo objetos cadenciosos que caen, una y otra vez, sin cesar...


...y aquí estoy.

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