miércoles, 30 de junio de 2010

Ni siquiera me miró

Ni siquiera me miró cuando habló contigo. Cierto era que yo no tenía ni voz ni voto en la conversación pero un saludo -o un simple gesto cortés- no se debe negar a nadie.

Te miraba fíjamente mientras hablaba, temiendo desviar la mirada hacia mis gestos bruscos, conscientemente provocados, pues quería comprobar si de imaginaciones mías se trataban, si todo aquéllo que pensaba durante días era una necia bobería o si realmente era cierta la luz que sus dos ojos irradiaban a costa mía.

Sus labios no revelaron cuánto había sufrido tiempo atrás, por decir no iba a decir nada. Solamente pretendía causar ese mismo daño sin importarle nada más.
Maldigo mi suerte al cruzarme en su camino pues ahora la tiene tomada conmigo por el simple hecho de vivir sonriente. A ti te ha echado el ojo y el diente: de mí se vengará por una animosidad aún inexistente y te salpicará sin poderlo evitar.

1 comentario:

  1. Ni siquiera me miró

    Hola anna, hay una llamada de atención por la actitud poco sociable del protagonista, muy claro en ti, anna, porque tu estilo es muy insinuante.

    Hay un diálogo entre tres personas, pero la tercera no participa directamente, y la conversación se centra en los dos protagonistas.

    Juegas con el lenguaje verbal y el metalenguaje del silencio, anna, astuta estrategia que cautiva al lector.

    Luego maldices al protagonista que eligió a la otra persona como pàreja por lo que das a entender, y tu que lo querías te quedas con toda su amargura, triste decepción colega.

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