Recuerdo esa tarde de ardiente verano. Saliste mojada y desnuda, quisiste ocultarte de mi mirada aunque no pudiste.
Que te amaba -o quizá solamente te quería- ya lo supiste. Quería compartir mi vida contigo -a pesar del miedo que sentí por el rechazo ajeno y por el tuyo- pero tan sólo pude obtener un dulce "no". Aún así, ese recuerdo, el de aquel día, es claro, lúcido y siempre seguirá en mi mente.
Quería enjugarte con mi cuerpo, abrazarte y estrecharte contra mi pecho. Quise amarte pero reprimí mis sentimientos. Miradas ajenas centraron toda su atención en nosotras, en mí, en mi extraño comportamiento. Con cierto pudor, intentaste ocultar tu cuerpo de mis ojos aunque tus esfuerzos fueron inútiles. ¿Cómo pretendías huir de mi mirada -para que dejase de observar tu sutil belleza- si estabas junto a mí?
ResponderEliminarEn "Palimpsesto", estoy publicando un relato que habla de placer y de la muerte... Gracias por mencionarme entre tus favoritos!
Es realmente sublime.
ResponderEliminarQué maravilla, me ha encantado.
El inicio me recordó a Turnedo...
Un beso linda
Bonitas palabras... me gustan.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y por dejarme estar entre tus favoritos, es un halago.
Un saludo
Realmente sabes cómo hacer que el erotismo fluya en tus palabras. Te felicito. A ver si escribo algo más.
ResponderEliminarUn Abrazo