Después de siete días, te encontré. Sentí cierto nerviosismo al verte aunque, momentos antes de hacerlo, creí que no lo iba hacer aquel día.
Te hallaste en el horizonte -alma borrosa que tantea lo indefinible- y tu difuminada silueta soltó al aire cierto elemento que anhelé e hizo volar mi imaginación. Me acerco y huyes. Te aproximas y me marcho. Nuestras paralelas almas se miran -paralelamente- creyendo no saber mirar. Te he visto diferente, pareces otra persona, aunque sé que tu alma es la misma y que siempre serás tú.
¿Tu nombre? Aún no lo sé y quiero saberlo. Sé que, cuando lo haga, finalizará mi extraña obsesión.
Dios creó primero los árboles, obedientes, bellos, serenos y luego se le ocurrió la tontería de crear al hombre....azpeitia
ResponderEliminar