Observo cómo pasa el tiempo y controlo aquello que no supe controlar. Sigo mirando al horizonte y consigo ver lo que nunca imaginé: tiempo inexistente. Porque el tiempo es oro y el oro... no es nada.
Tiempo oblicuo. Me tambaleo sin llegar a moverme mientras miro mi reloj -mi dichoso reloj-. ¡Sigue engañado! ¡Tú sigue! No me mires; no conseguirás saber nada más. Evita lo inevitable y serás un héroe. Tremendo engaño; otra extraña obsesión.