Ese alma vuelve y revuelve "el coraje de la calma de la gran tormenta" y se siente impasible al soñar aquel despertar que tanto anheló. No piensa, luego no existe aunque realmente sí que está: sigue aquí y seguirá.
Alma ingrata que huye de lo creíble y se planta -como aquel desfallecido árbol aferrado fuertemente a la tierra- ante lo increíble, creyendo y desmintiendo aquello que pudo ser... o no. Supuestamente, seguirá vagando por ese mundo inexistente hasta perecer en el intento de la supervivencia.
Muy lindo tu poema y me apego a tus vlersos,en verdad amiga.
ResponderEliminarUn abrazo Dani....