Sus ojos volvieron a reflejar ese temible enfado pero no susurró palabras extrañas: ya nada le importaba. En tono irónico, nos dijo aquello que tantas veces habíamos escuchado y el tan angustiado "¿qué pasará?" ha sido algo que ya hemos vivido.
Ayer explotó pero hoy... hoy, supuestamente, todo le da lo mismo. Bajamos la cabeza y reflexionamos sobre nuestro pasado y futuro. Se ha decepcionado aunque, para algunos, esto no ha sido nada más que otro aviso.
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