Oigo como si cortaran el aire: eso es que estás cerca.
Tu dorado cabello deslumbra mi mirada. Tus ojos de indefinible color miran inocentemente creyendo que nada oscuro verán. Mirada transparente, reconfortante, resplandeciente; tez morena, tacto aterciopelado.
Vas y vienes como el extraño sueño que se repite una y otra vez. Te deslizas sin más y desapareces por el inexistente horizonte de nuestra cautelosa prisión. Te miro y tu silueta se difumina en tan sólo un parpadeo.
Quisiera que tu alma se acercara para no hablar de monedas ni mitos populares. Quisiera saber de ti, de ese alma pura. No hay porqué ponerle ningún tipo de etiqueta a todo esto. Es como... nada. Sí: es como nada.
Los sentimientos, las sensaciones que ellos provocan, los deseos, los recuerdos, las ilusiones, no poseen identidad ninguna. Son misteriosos, imprevisibles, transparentes, aunque a veces sí con fecha de caducidad, con una determinada vida útil.
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