Estaba demasiado ocupada pensando en cómo sería y olvidó la realidad que, ciertamente, rodeaba su persona. Se ilusionó demasiado en aquella futura escena para luego no mostrar entusiasmo alguno.
Tanto tiempo esperando ese suceso y ocurrió; llegó la hora. Se acercó lentamente a lo que era su destino. Impaciente, notó cómo su corazón se aceleraba por minutos. Cuerpo y mente le jugaron una mala pasada pero ya no importaba: el momento llegó. Sus labios tan sólo pudieron susurrar un simple saludo y ciertas palabras sin sentido. Después, se marchó sin dejar rastro con la única huella marcada en su rostro.
Muy bien logrado escrito que deja una impaciente incógnita.
ResponderEliminarSaludos.