lunes, 11 de febrero de 2008

Imagina

Imagina que estás solo en el mundo. Imagina que, de repente, todos desaparecen menos tú. No hay vida, tan sólo existen las cosas tal y como las conoces pero sin nadie más: solamente tú. Eso sí: tienes a tu conciencia. Pero ni ella ni nada podría apaciguar tu soledad.


Está todo tranquilo. Paseas por la calle y no hay vehículos en movimiento que te puedan alertar. Las risas de los niños, que corrían aquí y allá, no se oyen porque no están. Puedes ir a cualquier lugar porque nadie te lo impide. Si quieres comida no hace falta ni que la compres; basta con cogerla. Si quieres dormir en otro lugar lo haces, nadie te lo impide. Puedes caminar con tranquilidad, como quieras... puedes gritar, llorar y reír al mismo tiempo porque nadie pensará que estás mal de la cabeza. También puedes llevar cosas de valor encima sin medio a que te roben porque no hay nadie... NADIE, nadie... ni tus seres queridos...


Y ahora.... aterriza...


No estás solo en el mundo. Éste persiste tal y como lo conoces, con sus cosas buenas y malas: la realidad.

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